Historias De Halloween
Historias de Halloween para la noche de brujas!!
Cuentos breves y divertidos que trabajan los miedos de los peques. Podemos contarlos de manera muy divertida con tonos de voz y sonidos.
El fantasma tragón
Anita era una niña que creía firmemente en la existencia de los fantasmas y al acercarse la Noche de Brujas o Halloween, solo quería al salir a buscar golosinas, con la esperanza de encontrar a un terrorífico fantasma para pasar un buen "susto". Sobra decir que Anita era amante de los cuentos de terror.
La noche del 31 de Octubre, se disfrazó y con sus amiguitas se fue a conseguir muchos dulces y tal vez... ¿alguna aventura? Cuando volvió a casa, después de cenar y de quitarse el disfraz, buscó un buen escondite donde guardar todas las golosinas que había recolectado, procurando, eso sí, que nadie la viera, porque no quería compartirlas con nadie. Pronto se durmió. A medianoche, un ruidito la despertó, asomó la cabeza por encima de las sábanas y cual fue su sorpresa al observar que lo que había a los pies de su cama era nada más y nada menos que… ¡un fantasma!
Todo blanco, se deslizaba flotando. Anita observaba atentamente y casi sin respirar. De repente, el fantasma desapareció de su vista con un ruído de papel que se arruga con las manos. Por la mañana corrió a contar a su familia lo ocurrido la noche anterior. Su madre intentaba en vano convencerla de que habría sido un sueño, pero Anita logró que su padres subieran con ella hasta su cuarto. Una vez allí, Anita les enseñó dónde lo había visto… y, ¡oh, sorpresa!
¡Su escondite había sido saqueado! Ya no estaban allí sus caramelos, ni sus chocolates, ni sus galletas, conseguidas con tanto esfuerzo la tarde anterior. ¿Habría sido el fantasma? ¿Los fantasmas comen chocolate y golosinas? Hoy… 22 años después, Anita aún no conoce la respuesta, y los científicos no han podido confirmar en qué consiste la dieta de un fantasma. Lo que Anita sí sabe es que si aquél día hubiera compartido sus dulces con sus papás y sus hermanos, no se habría quedado sin ellos, así que… este Halloween compartid vuestras chuches con quien podáis, ¡no vaya a ser que vuelva el fantasma tragón y se los coma!
Y Colorín, Colorado, este cuento de miedo, se ha terminado
La Calabaza de chuches
Había una vez una ciudad llamada Halloween en la que vivía un malvado fabricante de dulces y golosinas. Este, sabiendo que los papás no dejaban a sus hijos comer golosinas más de una vez a la semana para evitar las caries, inventó un plan para vender muchos más caramelos. Así, pagó a una pandilla de ladrones y bandidos quienes, disfrazados de horribles monstruos, aterrorizaron a todos. Luego llenó la ciudad de anuncios que aseguraban que sus caramelos eran la única defensa posible contra aquellos terroríficos seres. Y como todo estaba preparado por el malvado fabricante, lo que decían los anuncios era verdad, y cuando los niños de la casa entregaban sus caramelos, los monstruosos bandidos los dejaban tranquilos y se iban.
Las ventas de caramelos se dispararon, pero de forma poco justa. Mientras los niños de familias ricas acumulaban montones y montones de golosinas para protegerse de los malvados, los niños pobres sufrían las peores pesadillas al saber que no tenían ni un triste caramelo con el que calmar a los monstruos. Además, como los caramelos tenían tanto valor, los niños comenzaron a volverse egoístas y desconfiados, y resultaba imposible verlos compartir sus golosinas como siempre habían hecho.
Afortunadamente, maldades tan malvadas no pueden durar mucho. Un detective muy listo descubrió los planes del avaricioso fabricante y sus cómplices, y todos ellos acabaron dando con sus huesos en la cárcel.
Pero resultó que el miedo a los monstruos no se terminó, y que los niños ricos seguían acumulando caramelos y golosinas con el mismo egoísmo con el que lo hacían antes de que todo fuera descubierto, y que los niños pobres continuaban viviendo aterrorizados por la falta de dulces.
Todos los papás y mamás de la ciudad, ya fueran ricos o pobres, estaban tan preocupados que celebraron una reunión especial de forma urgente ¿Cómo podían resolver el egoísmo de unos, y el miedo de los otros?
La genial solución vino del mismo ingenioso detective: seguirían igual que antes, pero como los malvados estaban en la cárcel, el papel de monstruos lo harían los niños más pobres.
Así, la noche siguiente, los papás de los niños más pobres acompañaron a sus hijos a hacer de monstruos. Y tan bien lo hicieron, que los niños ricos les dieron buena parte de sus dulces. De esta forma, al cabo de unas cuantas noches, casi todos los niños tenían la misma cantidad de golosinas y ningún miedo, porque a pesar de su esfuerzo por parecer unos monstruos terribles, los niños más chiquitines descubrían fácilmente su disfraz, y todos se dieron cuenta de que por las calles de la ciudad de Halloween no había ningún monstruo, sino un montón de niños que se lo pasaban fenomenal disfrazándose y compartiendo sus caramelos.
Halloween tiene miedo
Estaban todas las fiestas del año reunidas en secreto: querían darle una gran sorpresa a su buena amiga la fiesta de Halloween. La idea se le había ocurrido a la hermana melliza de Halloween, la fiesta de Todos los Santos, y todas las demás fiestas excepto Año Nuevo, el hermanito de Navidad, que aún era pequeño, habían ayudado a preparar la sorpresa durante semanas. Por supuesto, habían tenido muy en cuenta los gustos de su amiga, y habían decorado el lugar con murciélagos, calabazas, telas de araña y esqueletos. Sin olvidar la gran montaña de dulces, claro.
Ya era de noche. Hacía un poco de frío y había mucha niebla, y todos esperaban que Halloween llegara en cualquier momento. De pronto, se abrió la puerta de golpe y Halloween entró corriendo, aterrorizada. Nadie pudo reaccionar, no parecía ser un bueno momento para celebrar nada.
- ¡Me quiere comeeeer! ¡Hay algo ahí fuera que ha intentado comermeeeee!
Halloween, la más valiente de todas las fiestas, amiga de los monstruos más horribles, estaba muerta de miedo.
- ¿Podéis creerlo? Iba gritando: ¡Te voy a pillar, ojo, ojo, que te cojo! No tenía ningún miedo de mí ¡De mí! que soy la reina del miedo y los sustos. Qué ser tan horrible, que no sabe ni lo que son el miedo y el respeto- dijo enfadada y asustada.
Sus amigas, miedosas todas ellas, la rodearon pensando qué podían hacer. Siempre que tenían miedo acudían a Halloween, pero ahora, ¿quién podría ayudarlas?
Tan agobiadas estaban que se olvidaron de vigilar al travieso Año Nuevo, y este aprovechó el revuelo para salir a la calle. Fue entonces cuando Halloween lo vio a través de la ventana.
- ¡Oh, no! Ese ser horrible ha atrapado a Año Nuevo y lo está aplastando con sus brazos ¿qué vamos a hacer ahora?
En ese momento había algo más de luz y se le podía ver mejor: tenía una gran barriga, propia de alguien capaz de comerse a Halloween de un bocado, y el traje entero era del color de la sangre, normal para quien pasaba el día comiendo gente. Además, ocultaba su cara tras un montón de pelo, y llevaba un saco gigantesco, donde posiblemente escondiera a toda la gente que aún no había podido comerse…
- Tío, ¡qué alegría! - gritó entonces Navidad, al tiempo que corría a la calle para… ¡echarse en brazos del terrible ser!
Desde dentro, Halloween escuchó grandes risotadas y, poco después, Navidad y Año Nuevo entraban en la casa acompañando al terrible ser:
- Halloween, te presento a nuestro tío Santa Claus. Está muy gordo porque come pastas en todas las casas del mundo, pero nunca se ha comido a nadie. Viste de rojo para que se le reconozca, su barba es enorme porque ya es muy viejo, y su saco… su saco es lo mejor de todo porque... ¡está lleno de regalos para tu fiesta!
Halloween aún no lo veía muy claro
- ¿Y entonces por qué gritaba “te voy a pillar, ojo, ojo, que te cojo”?
- Ja, ja, ja -rió el señor gordo de rojo- lo que yo digo es “Feliz Navidad, jou, jou, jou”. ¿Te has limpiado bien los oídos, o el gorro no te dejaba escuchar? ¡ja, ja, ja, ja!
Halloween respiró aliviada y todos rieron. Luego Navidad se le acercó cariñosamente y le dijo al oído:
- ¿Ves? al final es lo que tú siempre nos dices; que las cosas que más miedo dan, solo están en nuestra imaginación.
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Bibliografia: proximaati.com, cuentosparadormir.com
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