Mindfulness para niños
La práctica del mindfulness ayuda a nuestros hijos a tomar conciencia de su cuerpo, sus pensamientos o su entorno. Los niños tienen la oportunidad de reflexionar en los ejercicios sobre sus emociones ya sean negativas o positivas. Y eso les ayudará a relativizar esos problemas y sentir que pueden superarlos.
Para estas actividades, lo fundamental es ofrecer a nuestros pequeños un espacio seguro y libre de estrés o angustia. Os proponemos enseñarles, gracias a las técnicas de mindfulness para niños, dónde está nuestro centro y a entender mucho mejor sus emociones.
Escuchar el silencio.
Uno de los primeros ejercicios que suelen recomendarse es el de trabajar la atención del sonido. Normalmente, se realiza con un cuenco tibetano pero, dadas las circunstancias, se puede usar cualquier otro instrumento que tenga mucha vibración como una campana, un armonizador, o descargar alguna app o audio grabado. El niño debe escuchar concentrado y en silencio hasta que el sonido pare, entre 30 segundos y un minuto. Esta actividad, produce un efecto relajante en el niño y es una forma divertida de trabajar su atención.
Mirarse a los ojos
Estamos seguros de que este ejercicio os emocionará. Consiste en sentarse por parejas uno frente a otro y durante unos minutos mirarnos a los ojos sin mover la vista. Nuestro foco de atención será únicamente la persona que tenemos enfrente. Se trata de una actividad ideal para desarrollar la atención, despertar la empatía y crear vínculos afectivos entre hermanos o padres e hijos.
Meditar como una rana
Mediante este ejercicio, se propone a los niños que adopten la postura de una rana para meditar. Deben concentrar toda su atención en la respiración y fijarse en su tripa para ver como aumenta y disminuye. Esta es una de las técnicas de mindfulness para niños más populares, enseña a calmar y tranquilizar a los pequeños.
Observación consciente.
Otra buena observación del sonido y el silencio es el siguiente ejercicio. En estos momentos de encierro, podemos acercarnos al balcón o a una ventana y que traten de detectar los pocos sonidos que se reciben, lo que agudizará su oído. Se recomienda durante un minuto aproximadamente. El niño o niña tomará consciencia de un buen número de sonidos sorprendentes.
Aprender a respirar con un peluche
En esta actividad, le pedimos al niño que coja uno de sus muñecos de peluche, que se tumbe y que lo ponga sobre su barriga. Es un buen ejercicio para que los pequeños adquieran consciencia de algo tan importante como es la respiración, poniendo su atención en las subidas y bajadas del juguete mientras entra y sale el aire de su cuerpo.
Practicar la gratitud
Crea un buen ritual de agradecimiento pensado para que los niños pongan atención en todo lo bueno que se posee en el presente. Repetir el ritual con una frecuencia fija. Esta propuesta enseña a nuestros hijos a apreciar la abundancia inmaterial.
El frasco de la calma
Este largo periodo de permanencia en las casas puede llegar a producir situaciones de nerviosismo y descontrol en lo menores. Para reducirlo, una buena técnica es el famoso frasco de la calma. En bote de cristal introducimos agua, algo que genere sonido y purpurina, o en su defecto, recortes de papel de color, para que los pequeños lo observen y manipulen, estimulen los sentidos de la vista, el tacto y el oído. Reduce los estados de ansiedad o enojo.
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Bibliografía: saposyprincesas, cosmopolita Alicante.
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